Dolci Marc

Siempre digo que mi mejor fotografía está aún por hacer.
No sé, tal vez sea la tuya. Cualquiera sabe.
He atrapado miles de instantes, miles de caras, de objetos, de momentos felices,
y me siento tranquilo al saber que doy lo mejor de mí en mi trabajo.
Las fotografías que ya hice forman parte de mi vida porque en ellas he puesto
la inquietud constante de crear algo inconfundible, la esencia de lo imperceptible,
la quietud de la acción, el movimiento de lo inmutable.
Sí puedo explicarte que mis ojos van más allá de la vista, cualquier cosa tiene alma,
desde un roastbeef como jugoso ejemplo gastronómico,
a una hilera de cuadros expuestos en cualquier galería.
Todo es objeto y sujeto de una fotografía imborrable.
Sería arrogante por mi parte ponerte aquí una relación de clientes,
entre otras cosas porque no los tengo, son amigos.
Yo tengo amigos que antes fueron clientes durante un instante, durante un clic.
No sé, tal vez sea la tuya mi mejor fotografía. Cualquiera sabe.
Sí debes saber que puedes confiar en la sensibilidad de mi trabajo.

Prensa

Thursday, March 20, 2014

DIARIO DE ALMERÍA|Martes 4 de Marzo de 2014

VIVIR EN ALMERÍA

El arte de secuestrar instantes

●La fotografía de Marc Dolci prende la chispa, sorprende y apresa. Es la fotografía con estilo y perfume artístico●
Dice que su mejor foto es siempre la que está por hacer.

El pintor italiano del Barroco Carlo Dolci, cepa de una genealagía familiar artística, no podía imaginar que tres siglos más tarde, en el XXI, uno de sus descendientes iba a ser conocido por su habilidad en secuestrar instantes con una cámara fotográfica, entre otros motivos porque en el siglo XVII no existía la fotografía. Con estos antecedentes en sus genes Marc Dolci nace en la Provence francesa sin escapatoria, el arte y él van de la mano. El niño Marc creció en el cuarto oscuro donde su padre revelaba las fotografías; el revelador, el detenedor y el fijador eran olores habituales para él, lo mismo que los rollos de película o las pinzas de secado.
Compró su primera cámara fotográfica “con 12 años, sin darme cuenta de que tenía este don para la fotografía hasta que en Bretaña un periodista de la agencia Reuter me aconsejó comprar una buena cámara y seguir trabajando la fotografía”. Aburrido del gris de la Bretaña, allí pasó gran parte de su juventud, se lanzó a la búsqueda de luz. La encontró en Mojácar y no por casualidad si no por la llamada de un amigo propietario de un restaurante. Marc Dolci llegó a Mojácar a principios de los años 90, le sedujeron la luminosidad, el paisaje, amaneceres, atardeceres, y se quedó, “yo entonces era fotógrafo aficionado, así que tenía que compaginar la fotografía con la restauración de muebles, entre otros trabajos”. En un principio rehusó la cámara digital, Marc no encontraba en ella lo que buscaba: tipo de papel, carrete, y, sobre todo, la técnica que había desarrollado a lo largo de su relación con la foto. Con el paso del tiempo se hizo con una cámara compacta sin más interés que conocer su manejo, sus posibilidades, “y me enganché. Me dije, ¿por qué no? Di el paso a la réflex, encontré a Rod Westwood, un magnífico fotógrafo que me empujó al terreno profesional”. Autodidacta, con un ojo especial para la fotografía como el médico que posee buen ojo clínico, su bautizo profesional fue todo un gran éxito.
Marc Dolci, no sabe, mejor, no puede explicar, de dónde surge la visión de una fotografía, “todo me viene naturalmente, a veces me sorprendo porque el dedo aprieta el botón de disparo antes de pensarlo. Busco la composi- ción, la profundidad y el dedo ¡clic! dispara solo y en el 99 por ciento de las ocasiones ésa es la foto buena. Es algo
instintivo, me dicen que mis fotos son especiales, particulares. Mis fotos no se ajustan a los cánones de la técnica, recuerdo cuando empecé que lo hacía todo al revés de la norma fotográfica, disfrutaba de la imagen. No cambié, seguí mi camino y ahí está mi obra”. Para Marc Dolci la foto tiene que sentirse, tiene que hablar sea cuál sea el argumento: moda, gastronomía, retrato, varios y bodas. ¡Sí! bodas. “Me encantan las bodas”, yo no me caso, pero me gustan, “las disfruto muchísimo porque la gente está feliz, es divertido. Se pueden hacer muchas y buenas fotos improvisadas que es mi estilo,tomo la expresión justa, no la fotografía posada. A veces me preguntan que cómo puedo sacar guapa a toda la gente. Todo el mundo es guapo cuando está en su momento, pero hay que saber cuál es ése momento y atraparlo, a veces dura un segundo”.

Ricardo Alba. MOJÁCAR